Bibliografía sobre el autor de María Isabel Cintas Guillén
Cernuda, Prieto, Chaves: una cadena de solidaridad en el exilio
María Isabel Cintas Guillén
María Isabel Cintas Guillén
Grupo de Investigación "Literatura española contemporánea"
Facultad de Comunicación
Universidad de Sevilla
Actas del curso "Andalucía: guerra y exilio", Universidad Pablo de Olavide, Carmona, septiembre de 2003.
Si bien el ser humano ha demostrado a lo largo de la historia un empecinamiento más que cruel en resolver los conflictos de la convivencia a golpes de armas, no es menos cierto que, una vez aplacado el primer estallido de violencia, ese mismo ser humano (¿o es otro?) ha sido capaz de poner en marcha mecanismos de compasión y ayuda mutua, de solidaridad y apoyo, que hacen posible que se vuelva a confiar en la existencia de un mundo donde quepamos todos. Tras la Guerra Civil española de 1936-39, en el exilio en Londres, igual que en cualquier otro lado, las redes de ayuda se pusieron en marcha y funcionaron con plena eficacia en muchos casos. Cada vez conocemos con más detalles cómo se fue produciendo el asentamiento en la Gran Bretaña de la inmensa marea de refugiados republicanos españoles, intelectuales en gran parte. Porque lo mejor de nuestro mundo intelectual salió a un exilio que en principio se pensó breve, tal era la confianza en el mundo circundante que (en ello se confiaba), no podría dejar impune el atropello que para la inteligencia humana había supuesto la rebelión de Franco. Pero la cordura no funcionó al ritmo preciso. Poco a poco, los refugiados fueron viendo cómo eran contemplados con reservas por el gobierno inglés incluso los más caracterizados demócratas españoles. El país de acogida, que había sido, junto con Francia, puerto de exiliados de todos los exilios sufridos por Europa, comenzó bien pronto a mirar con recelo a aquellos hombres que, por seguir el señuelo de la democracia y la libertad, habían luchado frente a la dictadura en su propia casa y en sus casas de adopción. Llegó un momento en que los españoles fueron conscientes de que sólo se tenían a sí mismos. Las redes de solidaridad se fueron tejiendo y permitiendo, al mismo tiempo, que nadie se sintiera aislado; que la espera resultara menos dura, si es que ello era posible.
Como cualquier investigador interesado que haya buceado el tema del exilio, he encontrado conexiones entre escritores, periodistas, autores dramáticos, músicos y científicos, unidos por un común amor a España, con mayores o menores reservas. Allá donde llegaban, se reunían, se encontraban y se arropaban, si ello les era posible. De la correspondencia mantenida entre ellos, excelente material de investigación, podemos entresacar la constante preocupación por mantener viva la llama de los ideales republicanos, aun por encima de las diferencias ocasionadas por la defensa de los respectivos ideales regionalistas. Desde la revista "Españoles", domiciliada en el "Hogar Español" de Londres, se hacían continuas llamadas a la solidaridad y la unión en torno a la República, "la página más bella, pulcra y civil de la historia de España1. En la actualidad estoy recogiendo información de la estancia en Londres del periodista Manuel Chaves Nogales. Baste por el momento con unos datos que confirman la situación a la que nos referimos; en concreto nos detendremos en la colaboración con los escritores exiliados y el trabajo para América Latina de la agencia periodística de Chaves.
En un libro, ya clásico sobre el tema, de otro exiliado muy presente en la vida política londinense, Esteban Salazar Chapela2, titulado Perico en Londres, se nos dan detalles de los españoles refugiados en Gran Bretaña. Estos exiliados fueron en su mayor parte intelectuales. Hubo académicos, como Alberto Jiménez Fraud, director en Madrid de la Residencia de Estudiantes y casado con Natalia Cossío; José Castillejo, catedrático de Derecho Romano de la Universidad de Madrid; Arturo Duperier, catedrático de Geofísica; Margarita Camps, profesora de Pedagogía; Luis Potillo, profesor de Derecho Civil en Salamanca. Intelectuales como Salvador de Madariaga, Rafael Martínez Nadal, Joan Gili, Pablo de Azcárate. Médicos como Josep Trueta. Políticos como Juan Negrín, Casares Quiroga, Segismundo Casado, Wenceslao Carrillo. Escritores como Cernuda, Salazar Chapela, Arturo Barea. Periodistas como Luis Araquistain, Chaves Nogales y un larguísimo etcétera que, en sus múltiples actividades, dejaron manifiesta la excelencia de su actuación.
Volviendo al libro apuntado, y en una especie de diálogo interior, Perico, el protagonista y alter ego de su autor, reflexiona sobre las razones de este destierro:
"¿Quién soy yo?" (...). "Un español". "¿Qué hago yo aquí, en esta isla felpuda, bajo este cielo generalmente perla?" "Algo parecido a esperar". ¿"Por qué estoy aquí? ¿Por qué no estoy en el paseo de la Castellana, en la Rambla de las flores o en el parque de María Luisa?". "Porque si aparecieras por uno de esos parajes, te matarían" (...). Ergo, yo soy un perseguido, lo que se llama un fugitivo, que se halla aquí, en esta isla hospitalaria y amable, por la sencilla razón de que no puede estar allí" (...) "¿Qué he hecho yo?" "Has sido de otra opinión (...); eres un heterodoxo, Perico" "¡Qué simpleza! (...) ¿Por eso sólo me matarían si apareciera (...) por el parque de María Luisa, por la Rambla de las Flores o por el paseo de la Castellana?" (...) "Me parece monstruoso y absurdo, pero ello lo he visto muchas veces" "¿Dónde?" "En España". "¿Cuándo?". "Durante cinco siglos" (...). "Desde el siglo XVI para acá" (...). "También fueron heterodoxos. Pero en los siglos XVI y XVII los llamaron protestantes, el XVIII enciclopedistas, en el XIX constitucionales y liberales. Ahora en el XX se llaman republicanos, aunque también es verdad que se pueden llamar antifascistas, pues son ambas cosas3.
Es preciso, no obstante, desentrañar las claves que emplea este autor para la plena comprensión de las peripecias vitales de sus personajes, ya que hace ficción con los nombres, aunque no con los hechos, en parte; con frecuencia atribuye datos de unos a otros, o esconde bajo un personaje que aparece con nombre ficticio (aunque siempre parecido al real), hechos de otro personaje del grupo, por lo que se hace difícil la interpretación. Sólo conociendo a fondo a las personas se puede interpretar el resultado, que se presenta como un cuadro ilustrativo del complejo mundo del exilio. De esta manera, y entre otros muchos, podemos descubrir a Chaves bajo el nombre de Emilio López Ortiz. De él dice Salazar Chapela: "Ortiz había llamado a colaborar en su negocio a todos los plumíferos españoles que había en Londres: Piltain, Enrique Gallego, Casto Palencia, Callejo, Panduro, etc.4"
Como señala Francisca Montiel Rayo, la más cualificada estudiosa de Salazar Chapela, los republicanos españoles hubieron de sufrir toda clase de penalidades en su adaptación obligada al medio inglés: "Las posibilidades de colocación para los españoles no eran, sin embargo, ni abundantes ni adecuadas a su categoría profesional, que vieron rebajada de manera ostensible al tener que desempeñar puestos no cualificados5. En conversaciones mantenidas con Cora Blyth, esposa de Luis Portillo y madre de Michael Portillo, el ex ministro de Transportes del Gobierno de Margaret Theacher, me comentaba cómo su esposo, recién llegado de Salamanca (de cuya Universidad era profesor de Derecho), estuvo cavando trincheras en Oxford. La suerte mejoró para él cuando su trabajo pasó a ser el de encargado de pelar patatas en un restaurante. Más tarde trabajó para la agencia de Chaves Nogales y colaboró con Reuter en el servicio exterior de la BBC.
Protegido por un empresario de ideología laborista, Deric E. Pearson, dueño de la agencia de noticias Atlantic-Pacific Press, Chaves llamó, en efecto, a colaborar a refugiados españoles en enjambre descomunal: diplomáticos e ingenieros, abogados y boticarios, médicos y burócratas (...), todos estimulados por la necesidad, probaron fortuna y vieron con satisfacción que sabían escribir...6
Chaves, como dijimos más arriba, dio, pués, trabajo a numerosos exiliados, entre otros a Luis Portillo (que toma el nombre de Callejo en Perico en Londres) y al propio Salazar Chapela (Casto Palencia, entre otros nombres en el libro que citamos). Se conserva igualmente en la Fundación Pi y Sunyer, de Barcelona, una correspondencia que atestigua el frecuente contacto de Chaves Nogales con el escritor catalán, asiduo colaborador en 1942 de la agencia para los periódicos de América Latina7. Trabajos que eran muy bien pagados, como siempre había hecho Chaves con las personas que de él tuvieron alguna dependencia laboral (recuérdese a este respecto cómo escritores españoles como Baroja, Unamuno y Valle Inclán, entre otros, tuvieron un respiro económico importante gracias a lo bien pagadas que fueron sus colaboraciones en Ahora en el tiempo en que Chaves fue redactor jefe del periódico republicano).
Todo aquel exiliado español que tenía alguna ocupación medianamente fija se aprestaba a ayudar a los demás en lo que podía. Es digna de mención la referencia a otro refugiado, Plácido Lara (Ángel Ara8), llamado por los compatriotas "príncipe de la emigración española" porque logró tener sueldo fijo.
Desde Fleet Street, 69, más tarde 54, donde estaba la agencia periodística de Chaves Nogales, que primero se llamó Atlantic Pacific Pres Agency (en Perico en Londres aparece como The Information Centre) y luego tomó directamente el nombre del periodista, salieron cartas a muchos intelectuales españoles residentes en la isla pidiéndoles colaboraciones para los periódicos sudamericanos a los que la agencia enviaba con asiduidad colaboraciones, no sólo de españoles, sino de franceses o ingleses, en traducciones, si ello era preciso, realizadas por el magnífico staff de traductores que la agencia tenía: Luis Portillo, Teresa Magal, Josep Manyé9, Elisabeth Aldabaldetrecu y Frances Kaye, entre otros.
Luis Cernuda
Instalado en Glasgow desde enero de 1939, acogido por el Director del Departamento de Español de dicha Universidad, W. C. Atkinson, Luis Cernuda lucha contra el desarraigo personal y la penuria económica visitando, siempre que ello le es posible, a sus amigos de Londres: Rafael Martínez Nadal10, Alberto Jiménez Fraud, Juan Gili, Gregorio Prieto... La imagen de la guerra, pesada como la losa de la vida difícil del destierro, se cuela por su poesía, y así la evoca:
... Tus pueblos han ardido y tus campos / Infecundos dan cosechas de hambre; / Rasga tu aire el ala de la muerte; / Tronchados como flores caen tus hombres / Hechos para el amor y la tarea; / Y aquellos que en la sombra suscitaron / La guerra, resguardados en la sombra, / Disfrutan su victoria. Tú, en silencio, / Tierra, pasión única mía, lloras / Tu soledad, tu pena y tu vergüenza.
Elegía Española (II), A Vicente Aleixandre, Las nubes.
Defensor de la idea republicana, pero no extremista, Cernuda perteneció al grupo de españoles liberales partidarios de la democracia y la libertad, pero contrarios a la utilización de España "como mero laboratorio para sus experiencias militares11 por parte de las potencias extranjeras. Fuera de todo extremismo, mantuvo relaciones en Inglaterra con grupos políticos partidarios de la reconciliación. También Martínez Nadal había hecho campaña a favor de la concordia desde las páginas de The Observer. En carta dirigida a Cernuda por Salvador de Madariaga, se lamenta el político del gran número de grupos y escisiones que se están produciendo entre los exiliados españoles, lo que resta fuerzas a todas luces y agudiza los males de la derrota, hasta el punto de que "si alguien no pone remedio van a dividirnos, por culpa nuestra, en unos Balcanes ibéricos". Cernuda estuvo más próximo a la actitud política de Nieves Madariaga que a la de su padre, quizá excesivamente desprovista de sentimiento: "Creo que la objetividad que acaso pretende tu padre sea imposible para mí: sólo el nombre de franquista basta para levantar una ola de asco y repulsión en mis sentimientos. Para mí el levantamiento es responsable no sólo de la muerte de miles de españoles, de la ruina de España y de la venta de su futuro, sino que todos los crímenes y delitos que pueden achacarse a los del lado opuesto fueron indirectamente ocasionados también por los franquistas12.
Durante los cuatro años que Cernuda permaneció en Glasgow (1939-1943) trabajando como assistant de español, con un escuálido sueldo y sufriendo los rigores del clima y la soledad, la penuria económica general, el desconocimiento del idioma, la escasez de alimentos y de papel, y los bombardeos abundantes, únicamente las lecturas y el trabajo poético constituyeron para él señuelos de felicidad.
En carta a Nieves Mathews Madariaga, recogida por Valender de Rafael Martínez Nadal y fechada el 28 de septiembre de 1942, Cernuda, desde Glasgow, en esa situación de precariedad y desamparo importantes a que hacemos alusión, comunica a su amiga:
Lo que sí voy a escribir es un artículo para la agencia de Chaves: por una coincidencia, Chaves pidió a Prieto fotos de sus cosas, y acompañarlas con un trabajo de alguien que las comentara, con destino a América. Ese alguien puedo ser yo, aunque no soy amigo de escribir artículos, por una vez ocasionalmente. Ya veremos lo que resulta.
En noviembre de 1999 me puse en contacto telefónico y epistolar con Martínez Nadal, con el fin de pedirle que me contara sus recuerdos de Chaves Nogales. Yo tenía noticias de las actividades radiofónicas del periodista o, por mejor decir, de las múltiples actividades informativas del periodista sevillano desde su agencia de Londres, información que en un futuro no muy lejano espero tener realizada y que completará su Obra Periodística. En un libro de Martínez Nadal de 198913, se nos contaba cómo se había realizado el desembarco de las oficinas de la BBC en Evesham, un tranquilo pueblo de las orillas del Avon, cuya idílica situación parecía garantizar la normalidad de las emisiones radiofónicas para América Latina, y cuya integridad se había hecho muy precaria en Londres a causa de la guerra. A Evesham acudía Chaves con asiduidad. Allí, en la cantina de Wood Norton donde se hacía el trabajo para la BBC, y según me confirmó Martínez Nadal, había comido tres o cuatro veces con Chaves, quien "radiaba charlas para el servicio latino-americano", extremo que un año antes, en octubre de 1998, me había sido confirmado por una ayudante de Chaves, Elisabeth Aldabaldetrecu, a la que entrevisté en su casa de Londres.
Para la confirmación de esta información me faltaba documentar la aparición de la colaboración de Cernuda en la prensa sudamericana, una reseña a que antes se refería Cernuda sobre la obra del pintor español, también exiliado en Londres, Gregorio Prieto. Durante todo el año conmemorativo del Centenario de Cernuda busqué el texto primitivo, es decir, intenté averiguar dónde habría sido publicado con anterioridad al año 1947 en que, con el título de "Gregorio Prieto" apareció en el catálogo publicado por Falcon Press, en Londres, en inglés. Tras una laboriosa búsqueda en periódicos sudamericanos, consulté a Valender, a través de Fernando Durán, si tenía noticias de dónde había salido por primera vez y, como el mismo James Valender señala en el Epistolario de Cernuda14, no conseguí tener la información. Por fin ésta llegó cuando en marzo de 2003 visité la Fundación Gregorio Prieto de Madrid. Allí encontré, entre los papeles de Prieto, un recorte de un periódico sudamericano, El liberal progresista, de Guatemala, donde unos años antes colaboraba Miguel Ángel Asturias. El texto del artículo, firmado por Luis Cernuda, se publicó el miércoles 27 de enero de 1943. Su título es "Gregorio Prieto, pintor español que ha triunfado en Inglaterra" y lleva el copyright de Atlantic Pacific Press, la agencia de Chaves. Entre los papeles de Gregorio Prieto encontré también una abundante correspondencia con Cernuda, que hasta la fecha no ha sido publicada en su totalidad y de parte de la cual daré cumplida información en este trabajo, utilizando de ella las referencias a la cuestión que ahora nos ocupa, es decir, la relación Cernuda - Prieto - Chaves, y que trata del tema de la publicación del artículo sobre el pintor firmado por el poeta.
Gregorio Prieto
Cernuda y Prieto se conocieron en Madrid hacia 1935 y volvieron a encontrase en el exilio de Londres tras la Guerra Civil. Gregorio, junto con Martínez Nadal, a quien le unía la común admiración por Lorca, hicieron todo lo posible por ayudar a Cernuda. Como vemos en la correspondencia que mantuvieron, Prieto fue una ayuda fundamental en los difíciles y oscuros tiempos de Glasgow. Incluso, al trasladarse a Londres en 1945, Cernuda fue a vivir a la casa que tenía Prieto en Hyde Park Gate 59. Esta casa era muy hermosa y tenía grandes cristaleras sobre el parque. Prieto utilizó en ella la fórmula de realquilar habitaciones a amigos, con lo cual se solventaba el problema económico y el social, ya que la sociedad inglesa aceptaba con dificultad la visión de la pobreza.
En los años 1939 a 1943, Prieto, Martínez Nadal y Cernuda se veían con asiduidad, incluso compartieron vivienda en ocasiones. Cuando no era así, se visitaban con frecuencia. De este tiempo es el testimonio de Martínez Nadal sobre el pintor: "Increíble la vitalidad de Gregorio Prieto. Parecía haber visto todas las películas importantes que se pasaban en Londres, conocía al dedillo todos los museos de pintura, frecuentaba el Museo Británico, en particular las salas griegas, romanas y egipcias; esculturas y pinturas que tan claras huellas dejaron en algunas obras suyas de aquellos años15". Le gustaban igualmente los espectáculos callejeros, populares... Parecía imposible que le quedara tiempo para el trabajo y, además, al visitar su estudio, siempre aparecía en perfecto orden y limpieza. Sus amigos no se explicaban cuándo pintaba.
El caso es que su obra es inmensa. Sólo de Cernuda, Prieto realizó abundantes trabajos en Inglaterra desde 1938 a 1947 ("Retrato de Cernuda", "Luis Cernuda sentado", "El poeta en Cambridge", "Cernuda en el jardín", ilustraciones para libros y para poemas concretos, así como otros de figuras masculinas y figuras con paisajes16, todos ellos conservados en la Fundación Gregorio Prieto, de Valdepeñas.
Hacia el mes de septiembre de 1942 Cernuda se esmera, al parecer, en la ejecución del texto que ilustrará el catálogo de la exposición que para la Galería Lefevre prepara Gregorio Prieto y que finalmente se celebró entre el 6 y el 28 de noviembre de 1942. En una postal dirigida al pintor el 30 de septiembre anterior, se interesa por aspectos minuciosos de alguna de las obras, mientras prepara el texto: "dime qué flor es la que aparece en la naturaleza muerta de Zurbarán" y "díme también cuántas colecciones de dibujos te imprimió Manolo17, ¿una o dos?". Como en tantas otras ocasiones, Cernuda aprovecha sus conocimientos y amistades para hablarles de sus amigos e intentar encontrar para ellos algún acomodo que ayude a superar la penuria en la que se vive. Le pregunta si le gustaría exponer allí más adelante. La postal lleva como dirección del remitente Spanish Departament, Glasgow University. Diez días más tarde, en nueva carta, le aconseja envíe el catálogo de la exposición al señor Honeyman ("hombre-de-miel, qué gracioso nombre", comenta), director de la Art Gallery de Glasgow, "al cual creo que puedo o podré conocer a través de algún amigo y hablarle de ti y de la posibilidad de organizar una exposición tuya".
Anta la respuesta agradecida que debió recibir de Gregorio, y en la misma carta antes señalada de 10 de octubre de 1942, dice Cernuda:
Me alegra mucho que te complazca mi divagación sobre tu pintura. La escribí con cierta premura, porque deseaba hacerlo pronto y porque aún no estaba (y no estoy) instalado con mis papeles y chismes en algún rincón. Al releerla luego veo que alguna cosa hay que variar, y me parece que tal o cual pasaje debía desarrollarlo más de lo que creía yo al escribir ese casi borrador.
Hay que suponer en este momento una intervención de Chaves o alguna persona de su agencia18 que, conociendo el renombre de Gregorio Prieto, así como la inminencia de su exposición en la Galería Lefebre, encarga al poeta un trabajo de divulgación de la obra para periódicos de América Latina. Como veremos enseguida, las referencia a este contacto están presentes en la correspondencia de estos días, con continuas alusiones a sus penurias económicas. En la misma carta del 10 de octubre, continúa:
Si, como temo, al señor periodista ese no le parece adecuada cosa para publicarla, entonces dímelo y podré con más tiempo cambiar algo. Si crees que, a pesar de todo, lo publicarán pronto, entonces ya haré rectificación más adelante. Caso de publicarse hazme el favor de averiguar cómo y cuándo pagan esas cosas, porque como ya sabes es para mí horrible desde el punto de vista financiero.
Ante el rigor de la difícil situación financiera que vive, el poeta se siente obligado a escribir al amigo tres días más tarde, el 13 de octubre:
No sé si podrías hacerme este favor. Necesito con urgencia inmediata dos libras y media, que te devolvería el día 30 de este mes. No te digo que veas si el artículo lo publican o lo pagan porque supongo que esto lleva tiempo y yo necesito el dinero tan pronto como sea posible. Haz el favor de responder si puedes o no por un telegrama. Perdona. Gracias.
Hay otra carta de Cernuda a Gregorio Prieto de 15 de octubre, que no conserva año, pero que podríamos situar aquí con toda posibilidad: hace en ella referencia a la habitación en la que vive en Glasgow, grande, "que parece estudio de pintor", pero que le hace dudar ante la perspectiva de optar por otra más pequeña y acogedora. En esta habitación vive uno de los tantos momentos de vacío y desánimo que frecuentemente le invaden, momentos en los que la creación se detiene y parece pesar sobre él el oscuro cielo escocés, aparte de la situación de desasosiego que le produce la presión del "señor" (posiblemente Chaves), y así se lo cuenta al amigo:
Voy redactando notas para tu monografía. No creas, porque ya no esté terminada, que nunca la terminaré. Déjame tiempo. Estoy en una de esas temporadas en que sólo lentamente puedo aclarar mis ideas y recogerlas sobre el papel. Si el señor se impacienta, dile cómo yo trabajo. Yo hago esto porque me gusta hacerlo, tratándose de ti, no porque vaya a publicarlo.
Al recibir el dinero, escribe a Gregorio el 16 de octubre:
Mi querido Gregorio: en este momento recibo el dinero. Gracias. Te daré explicación aunque tardía.
Para volver a Glasgow tuve que pedir dinero a Atkinson, y al cobrar mi sueldo se lo devolví. Me quedé con muy poco y era imposible tirar todo este mes. Por eso intenté al pasar por Londres arreglar alguna charla en la radio, y tú sabes lo que resultó. Es curioso que todo español que no es completo analfabeto hable y trabaje ocasionalmente allí, y yo, que tengo sentido de la lengua y represento algo en la literatura española, no puedo hacerlo. Paciencia.
No quería pedir de nuevo a Atkinson, y a última hora me faltó ánimo para pedirle ese dinero a la lectora que trabaja aquí conmigo (...). Si tú no hubieras podido, por eso te rogaba el telegrama, pensaba escribir a Atkinson, aunque eso suponía dos o tres días más de espera, y yo no podía esperar mucho más.
Te lo devolveré, como te decía, el día 30 de este mes, al cobrar mi sueldo. Si lo de Chaves se arregla antes, cuando lo reciba. Gracias de nuevo por el favor. El mes que viene comienzo a cobrar mis clases especiales y podré respirar un poco.
Y, tras detenerse en otras cuestiones y antes de despedirse, advierte al amigo del deseo de introducir algunas modificaciones en el artículo, siempre inquieto ante el vértigo del punto final.
Por fin, la situación parece entrar en fase más positiva, lo que se traduce en una mejoría de las condiciones vitales (siempre desde una postura excesiva y, veces gratuitamente susceptible), como se desprende de nueva carta a Gregorio Prieto el día 24 de octubre del mismo 1942:
Mi querido Gregorio: recibo tu carta y el dinero del artículo. Gracias por tu intervención, sin la que probablemente esas gentes no se hubieran ocupado del asunto. Aquí te devuelvo libra y media a cuenta de mi deuda, y el día 30 te enviaré la otra libra.
Me he instalado al fin en una habitación agradable, clara y con muebles sencillos. Como fuera de casa. No trabajo nada.
El texto del artículo realizado por Luis Cernuda difiere esencialmente del publicado en 1947 , y no sólo en la lengua en que aparece, en español lógicamente. Y, por otro lado, no respeta los deseos de Cernuda, expresados en carta a Gregorio Prieto del 15 de noviembre de 1942 y recogida por Valender:
Mi querido Gregorio: Te ruego insistas encarecidamente con las gentes de la agencia para que respeten mi original y lo publiquen: 1º, sin otro título que el que le di de "Gregorio Prieto"; 2º, que supriman la introducción referente a mí; 3º, que la conclusión referente a ti la separen por completo de mi artículo. En otro caso tendría que retirarles el original y devolverles el dinero.
Tú no ves cómo aquel lenguaje de portera, con las ordinarieces que contiene, desentona y destroza mi propio trabajo. Veinte años de trabajar con mi idioma me confieren un conocimiento de las palabras que casi todos ignoran. Díme pronto lo que resulte porque me ha disgustado mucho lo ocurrido.
Gregorio, buen amigo, se apresura a realizar la gestión de hacer saber a la agencia de Chaves el malestar del poeta por la posible manipulación del texto. En la Fundación Gregorio Prieto de Madrid se conserva una copia de la carta que el pintor dirigió al poeta haciéndolo partícipe de sus gestiones. La carta, que reproducimos completa por tratar de forma monográfica el tema de la publicación del texto escrito por Cernuda, no lleva fecha, aunque está escrita en 59, Hyde Park Gate, S. W. 7, y dice así:
Querido Luis: Ahora mismo recibo tu carta y ahora mismo vengo de ver al personal de Atlantic Pacific Press Agency.
Comprendo que llevas muchísima razón al querer aislar tu bello escrito de ningún otro contacto y sobre todo si este contacto es como tú lo defines, toda la razón es tuya. Indudablemente en la labor de un poeta debe intervenir él solo o alguien que realmente le comprenda y le guíe el mismo sentimiento poético. Acuérdate que ya te decía yo en una de mis cartas que esta agencia era cien por cien periodística y nada poética ¿te acuerdas? Desde luego la intención de ellos es buena queriendo ensalzar tu personalidad, pero comprendo que para ensalzar ciertas personalidades hay que estar a la misma altura poética.
Todo esto me hace pensar que la ayuda que el señor Madariaga quiere prestarte está un poco a la altura periodística antes mencionada.
Desde luego yo comprendí perfectamente como ya te lo dije, que esto no era para ti, como tampoco la de la BBC y, aunque ignoro lo que hablásteis Rafael Martínez Nadal y tú sobre este punto, estoy seguro que Nadal, inteligente y discreto, habrá hecho todo lo que haya podido, pero solamente en aquel camino para el que tus facultades poéticas puedan robustecerse y engrandecerse y no anularse, como parece ser ocurre con el presente caso periodístico. Créete que lo siento con toda el alma y participo con mi presencia del percance ocurrido. Madariaga, lealmente, lo que debería de hacer es no valerse de decir a unos y otros que "hay que ayudar a ese chico", sino hacerlo él mismo generosamente, y hacerlo además con la dignidad que el rango de tu poesía se merece... ¿Quieres que le hable yo al señor Madariaga sobre esto?
En la Agencia Periodística han obrado en armonía con los periódicos bien intencionados, queriendo ensalzar a un nuevo colaborador de calidad. Aunque yo comprendo que la buena intención a veces no basta, y de ahí ese gran error de haber querido enmarcar tu escrito en un marco que no le favorece mucho. Esto es un poco de la época pasada. Nuestra generación es más sencilla y no tiene indigestiones geniales, sino que por el contrario, "A cuenta más genialidad en la obra, más sencillez en la vida". Toda esta larga carta es para tranquilizarte un poco. En la Agencia me dicen que harán todo lo que tú desees, en el caso de que no haya sido enviada, y que respetan y comprenden tus deseos. Te quiere, Gregorio.
A pesar de los deseos del amigo de tranquilizar a Cernuda, el texto salió con los cambios que la Agencia tuvo a bien hacer. El título no es el que el autor quería, sino: A propósito de una exposición. Gregorio Prieto, pintor español que ha triunfado plenamente en Inglaterra, más periodístico.Presenta, además, una entradilla que dice así:
Con esta crítica del excelente pintor español, Gregorio Prieto, iniciamos hoy la colaboración de otro joven intelectual de alto rango en España. Luis Cernuda no necesita ser presentado al pueblo culto hispanoamericano que le conoce muy bien. Pertenece a esa buena generación de poetas españoles que honraron con sus nombres Rafael Alberti, Altolaguirre, Aleixandre, Dámaso Alonso. Actualmente Cernuda desempeña el cargo de rector (sic) en la Universidad de Glasgow.
Bajo el membrete de "Exclusivo" comienza el texto, compuesto por el propio Chaves, si se permite la conjetura en razón a los rasgos estilísticos que presenta:
A comienzos de este otoño visité al pintor Gregorio Prieto. En una habitación amplia, blanca, desnuda, a través de cuyas ventanas se alzaba sobre el cielo la arboleda de Hyde Park, le hallé preparando el catálogo para una exposición de su obra en la Galería Lefevre, de Londres. Las líneas siguientes son un comentario de su obra más reciente, tal como queda representada en dicha exposición.
Sigue el texto completo, ahora ya sí, de Cernuda, y termina con un último párrafo, sin señal de identidad del texto:
La inauguración, en consecuencia, ha sido un éxito rotundo. En las Galerías Lefevre se reunieron para contemplar la obra expuesta representantes de todas las embajadas y legaciones latinoamericanas acreditadas en Londres, casi toda la colonia española y gran número de intelectuales ingleses, admiradores del pintor español que ha triunfado plenamente en Londres.
Cernuda tenía razón. El texto fue manipulado con añadidos iniciales y finales por parte del editor. Pero también es verdad que el texto propiamente escrito por Cernuda no sufrió ninguna modificación19. Sirva en descargo de la manipulación la posible valoración que el poeta pudiera hacer del hecho de ser presentado a toda la prensa de América Latina. Pero tal vez no hubo coincidencia entre el poeta y el periodista en la valoración de esta divulgación.
No terminó ahí la polémica; molesto por la posibilidad de que alguna parte de su obra fuese traducida sin su consentimiento, comenta a su amigo Gregorio en una postal que le envía, ya desde el Emmanuel College, de Cambridge, el 23 de octubre de 1943:
Querido Gregorio: Hace tiempo que tácitamente tomé la decisión de no autorizar ninguna traducción de mis escritos. Conociéndome, como me conoces, podrás suponer la razón. Ya sabes que, en mi opinión, nadar contra la corriente es perder el tiempo y las propias fuerzas. Tuyo, Luis.
Pero Gregorio Prieto siempre consideró un honor ser sujeto del bellísimo texto de que nos ocupamos. Cada vez que surgía la oportunidad de hacer una semblanza de su obra, Gregorio se mostraba partidario de que fuese la del amigo la que la ilustrara. Por ello, y a juzgar por la correspondencia, cuando la prestigiosa revista The Studio ofreció al pintor dedicar unas páginas a su obra, ya muy cotizada en Inglaterra, quiso Prieto que fuese ilustrada por el mismo texto. Pero se hacía imprescindible la traducción al inglés, así lo exigía la revista. Gregorio pidió permiso al amigo, incluso le sugirió quién podría hacer una traducción que no bajara la calidad del texto. Así lo manifiesta en carta a Cernuda de 1 de noviembre de 1945, de la que se conserva en la Fundación Gregorio Prieto copia mecanografiada del propio Prieto:
He procurado hacer lo que tú deseabas, publicar tu artículo en español, pero me dicen en The Studio que es imposible. Comprendo perfectamente que el matiz delicado de tu prosa poética se pierde en la traducción, entonces ¿qué hacemos? ¿lo dejamos? Será una lástima que publiquen algo de otro escritor cuando esto tuyo es tan hermoso y perfecto. En fin, yo acepto lo que tú me digas. ¿Y si lo tradujera Nieves Madariaga? O Miss Uselaken20. No te insisto más: tú me dirás lo que te parece mejor que se haga.
Gregorio vuelve sobre el tema en otra ocasión (existe borrador de carta en la Fundación, sin fecha) y, quizá impelido por la premura que le exige la revista, vuelve a sugerir nuevos nombres para realizar la traducción, aunque sentimos no considerar totalmente fiables los nombres, que aparecen un tanto ilegibles (Stiling (?), Prof. Bearley (?), Gili y algún otro: "si quedaran traducidos a tu gusto y te pareciera bien se pondría también en la monografía de mis cuadros y dibujos".
Aunque la traducción no se hizo en su momento, Cernuda volvió sobre el tema, quizá algo dolido por no haber complacido finalmente al amigo. En carta a Edward M. Wilson21 de 5 de abril de ¿1945?22, escribe Cernuda:
Mi distinguido amigo: hace unos tres años, a ruego de Gregorio Prieto, escribí unas líneas sobre su labor como pintor y dibujante, que se publicaron en alguna revista de América. Desde esa fecha ha venido Prieto pidiéndome que le permitiera publicarlas traducidas al inglés, a lo cual yo por mi parte me iba negando. Ahora quisiera la traducción para la segunda edición de una serie de reproducciones de su trabajo, y por simpatía amistosa quisiera yo dársela.
Se trata de cinco cuartillas, y su contenido es cosa de poca importancia. Pero no conozco quién pudiera traducir esas cuartillas con sentido auténtico de la expresión, si no es usted. No es necesario, si lo prefiere, que su nombre aparezca como traductor, y sólo le digo esto por satisfacer el deseo amistoso de Prieto. Yo no tengo en ello ningún interés, excepto el de que, si se hace la traducción, que sea buena.
El trabajo sobre Gregorio Prieto, en inglés y con este escueto título que el poeta quería, apareció en el catálogo que la editora Falcon Press, de Londres dedicó en 1947 a la obra de Prieto recogida en Paintings & Drawings23. Rafael Martínez Nadal aporta la confirmación de Edward M. Wilson acerca de la autoría de la traducción: "Yo traduje la prosa referente a Prieto y me lo agradeció (Cernuda) verbalmente. No conservo nota de la traducción e ignoro si fue o no impresa24".
Seguía funcionando en el exilio la cadena de la solidaridad. Cernuda tuvo magníficos amigos que lo comprendieron y ayudaron en la difícil andadura que supuso el exilio de sí mismo que siempre aparece en el poeta sevillano. Entre estos amigos, sin duda Gregorio Prieto fue de los mejores, el más fiel, quizá. La correspondencia entre ellos mantenida atestigua este extremo. Parte de esta correspondencia fue publicada por el propio Prieto en Cernuda en línea (Adonais, 1949), reeditada en 198125. Con un prólogo de Vicente Aleixandre, el libro viene a ser el homenaje del pintor a su amigo poeta, al que tanto admiró. Con hermosas ilustraciones, el libro fue descrito en el momento de su salida en 1981 por José Luis Cano26 como "un extraño puzzle en el que se mezclan, sin orden ni concierto, dibujos, fotografías, poemas de Cernuda en facsímil, cartas y textos en prosa del mismo, textos ajenos". Se advierte en él cómo la pasión por el amigo dificulta la imparcialidad cuando creyendo salvarlo de hipotéticas iras sociales, afirma: "Cernuda suprime el sexo, que es cosa humana...". "Odiaba el amor humano... Jamás Cernuda habla de sexo en su obra, pero sí del amor sublime". "Por ninguna parte lo sexual aparece en su obra", etc. A la espera de trabajos más comprometidos de Javier García Luengo, que avanza con firmeza en el conocimiento y la comprensión del pintor, nos quedamos con la belleza de la edición y el interés de los datos aportados en este libro misceláneo.
Fueron muchos los lugares de exilio y muchos los exiliados. Una parte de España, la que no supo del sabor amargo del abandono y el desarraigo, se muestra ahora cerril en su rechazo de la acogida a gentes que, ya por otras y diversas causas, buscan refugio entre nosotros. Pero hay otra parte que conoce ese dolor por haberlo sufrido en sus carnes y en la de sus ascendientes. Y esa gente sabe que la patria fue el precio que tuvo que pagar el que quiso defender un pensamiento libre. Y que el exilado, el sin patria, tiene que hacerse perdonar el serlo. Y ello no es un fenómeno reciente, al menos en España. A este respecto me permito concluir reproduciendo el párrafo final de mi estudio Un liberal ante la revolución:
Desde que en 1823 salieron de Cádiz familias de clases sociales influyentes (militares, sacerdotes, abogados, médicos, literatos...) y buscaron acomodo en Londres, un incesante tránsito de liberales españoles ha realizado en el exilio la tarea de clarificación de ideas y defensa del pensamiento abierto y progresista. Ya lo vislumbró Mariano José de Larra, cuando constataba con decepción que el liberalismo español abocaba indefectiblemente en la emigración a tierras más acogedoras. Ese destino corrieron los liberales del siglo XX integrantes de la primera migración a Inglaterra, el país más receptivo de nuestro entorno.; entre otros, Espoz y Mina, Juan Álvarez Mendizábal, Francisco Javier Istúriz, el Duque de Rivas, José de Espronceda, Antonio Alcalá Galiano, José María Blanco White, que supieron incorporarse a la vida de la nación que les acogió y colaborar en las cuestiones públicas. Y muy numerosa fue la emigración política producida en el siglo XX a causa de la Guerra Civil española de intelectuales liberales que no sólo se incorporaron a la vida inglesa, sino que además fueron capaces de mantener muy alto el pabellón de nuestra cultura hispana: Salvador de Madariaga, Rafael Martínez Nadal, Pablo de Arcárate, Alberto Jiménez Fraud, José Castillejo, Luis Portillo, Josep Trueta, Gregorio Marañón, Luis Cernuda, Esteban Salazar Chapela, Arturo Barea, Luis Araquistain, Manuel Chaves Nogales... Espíritus ricos y amplios de miras que España no supo conservar27".
Tomares, agosto 2003
1 Carta de Salazar Chapela a Carles Pi i Sunyer, 13 de abril de 1942.
2 Esteban Salazar Chapela (Málaga, 1900 - Londres, 1965) trabajó como periodista en "El Sol" y "La Voz" y colaboró en "la Gaceta Literaria" y la "Revista de Occidente". Se exilió en Londres. Fue lector en Cambridge y secretario general del Instituto Español en Londres, creado el 20 de enero de 1944. Mantuvo una estrecha relación con Luis Cernuda quien, alrededor de 1945, vivía muy cerca del Instituto, en el lujoso piso que había alquilado Gregorio Prieto, el 59 de Hyde Park Gate.
3 Salazar Chapela, Esteban, Perico en Londres, Losada, Buenos Aires, 1947, p. 65.
4 Ibídem, p. 256.
5 Montiel Rayo, Francisca, "Una visión del exilio republicano en Gran Bretaña: Perico en Londres, de Esteban Salazar Chapela, en Exils et migrations ibériques. 60 ans d´exil republicain: des écrivains espagnols entre mémoire et oubli, París, Publications Université Paris 7- Denis Diderot-CERMI-AEMIC, 6, 1999, p. 218-219.
6 Perico...op. cit., p. 106.
7 Carles Pi i Sunyer mantuvo una estrecha y habitual colaboración con las agencia de Chaves durante los años 1941 al 1944, como se advierte en su correspondencia. Gracias a esta colaboración se difundió por América Latina el pensamiento de Pi i Sunyer a través de sus artículos y "features", a veces con su nombre, otras con el seudónimo de Ramón de Rocabertí. Se recogen algunos de sus trabajos en Carles Pi i Sunyer, La guerra des de Londres. Articles per al Ministeri d´Informació britanic (1940-1941), Fundació Carles Pi i Sunyer, Barcelona, 1996.
8 Angel Ara consiguió exiliarse a América Latina, concretamente a Venezuela, en cuya Universidad puso en marcha la Escuela de Periodismo, de la que fue profesor en los años cincuenta junto a Segundo Serrano Poncela, entre otros.
9 Josep Manyé se exiló en 1939. Trabajó en la BBC durante 42 años con el seudónimo de "Jorge Marín". Durante la Segunda Guerra Mundial difundió propaganda británica en España y América Latina. Colaboró en Destino y La Vanguardia. Escribió Los ingleses son así, La coronación en Inglaterra y La Venus de Trafalgar Square, entre otros libros. Murió el 17 de julio de 2000 en Barcelona, a los 91 años. Había sido nombrado Miembro Honorario de la Orden del Imperio Británico por la reina Isabel II de Inglaterra.
10 Rafael Martínez Nadal (1904-200) fue colaborador de Jean Sarrailh. Amigo de Lorca, dictó conferencias sobre el poeta en Francia e Inglaterra, país este último donde desarrolló la mayor parte de su actividad como profesor del King´s College. Durante la Segunda Guerra mundial fue comentarista de The Observer.
11 Insausti, Gabriel, "Luis Cernuda en Gran Bretaña .1938-1947", en Entre la realidad y el deseo: Luis Cernuda. 1902-1963, ed. de James Valender, Residencia de Estudiantes, 2002, p. 303.
12 Carta a Nieves Mathews, 15 de diciembre de (1942), Luis Cernuda. Epistolario 1924-1963, edición de James Valender, Residencia de Estudiantes, Madrid, 2003, p. 330.
13 Martínez Nadal, Rafael, Antonio Torres y la política española del Foreing Office (1940-1944), Casariego, Madrid, 1989, pág. 43. Este libro, II de la serie "Españoles en la Gran Bretaña", se completó con el III de la serie, De Antonio Torres a A Special Correspondent (Monárquicos y Republicanos en el exilio), (1944-1953), que finalmente apareció como Antonio Torres. De la BBC a The Observer, y que se amplió hasta 1956, Casariego, Madrid, 1996, y con IV (en preparación), Retratos y Viñetas. (Unamuno, José Castillejo, Alberto Jiménez, Gregorio Prieto, Andrés Segovia, La Argentinita). En el primero, Luis Cernuda. El hombre y sus temas, Hiperión, Madrid, 1983, es donde se da noticia de la carta de Cernuda a Nieves Mathews, donde le comunica su intención de escribir algo sobre Gregorio Prieto.
14 Luis Cernuda. Epistolario 1924-1963, op. cit., p. 327.
15 Martínez Nadal, Luis Cernuda..., op. cit.
16 A propósito del dibujo titulado "Estudiantes a la orilla de un río" y al hacer la crítica del libro de Gregorio Prieto titulado Paintings and Drawings, The Dolphin Book, Oxford, 1944, comenta el crítico: "En algunas de sus pinturas hay influencias de Chirico, pero la influencia más fuerte aparece con Picasso en su etapa clásica. Como Picasso, Prieto sobresale en la línea de dibujo, logrando redondear a través de inflexiones de una línea de invariable espesor. "El río", con su ingenioso incidente de ondas alrededor del extremo del sauce, da una buena idea de su respuesta a las escenas inglesas". The Times literary supplement, 2 de septiembre de 1944.
17 Se refiere a Manuel Altolaguirre.
18 Posiblemente los contactos de hicieron a través de Frances Kaye, secretaria de la agencia; en cartas de estos días, Cernuda alude a una señora con la que se entrevista, sin citar su nombre.
19 En el número 59 de la revista Ínsula, de noviembre de 1950 se hacía alusión al texto, aclarándose "que hoy se publica por primera vez en versión original"; la revista celebraba con esta publicación el éxito que estaba obteniendo la exposición de Gregorio Prieto en el Museo de Arte Moderno, patrocinada por la Dirección General de Propaganda del momento. Entre este texto y el que apareció en la prensa sudamericana en 1943 la única diferencia está en la palabra "Undergraduate" que por dos veces aparece en la versión de Ínsula, en lugar de "Student", como aparece en la versión para la prensa.
20 No se lee bien el nombre.
21 Edward Wilson fue profesor de español en el King´s College de Londres y más tarde en Cambridge. Tradujo poemas de Cernuda, "y en verdad que sus traducciones son muy hermosas", dijo el poeta en carta a Concha Albornoz, Valender, op. cit., p. 418. Cernuda profesó una alta estima al profesor Wilson.
22 En la ya mencionada edición de Valender, p. 400. Posiblemente el año no fue 1945, sino 1946.
23 Valender, en op. cit., p. 396n, afirma que, en efecto, fue el profesor Edward M. Wilson el autor de la versión inglesa; aporta además el dato de que la versión original está fechada en Glasgow, octubre de 1942, lo que parece estar de acuerdo con la documentación epistolar que aquí comentamos.
24 Así consta en la nota manual que Wilson dio a Martínez Nadal junto con las once cartas que constituyen su correspondencia con Cernuda y que Martínez Nadal publicó en Españoles en la Gran Bretaña. Luis Cernuda. El hombre y sus temas, Hiperión, Madrid, 1983, p. 166.
25 Prieto, Gregorio, Cernuda en línea, Biblioteca Nueva, Madrid, 1981.
26 Cano, José Luis, "Cernuda en línea, de Gregorio Prieto", Ínsula nº 425, abril de 1982, p. 8.
27 Cintas Guillén, María Isabel, Un liberal ante la revolución. Cuatro reportajes de Manuel Chaves Nogales, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2001, p. 168.