Juan Ramón en su esencia

En 1932 escribe Chaves Nogales en una crónica de Ahora: "Todos los hombres, cuando les llega el momento, responden fatalmente a eso que se ha llamado el fondo insobornable de la personalidad". Se refiere el periodista a la actitud del entonces Presidente de la República, don Niceto Alcalá Zamora, a quien acompaña en un viaje por tierras de Valencia. Aclara: "El momento crítico de don Niceto es indudablemente ese de estar asomado al balcón de un Ayuntamiento rural que se abre a una plaza con sol y polvo, en la que hay una gente de campo y artesanía que, a lo largo de sus vidas enconadas y duras de trabajo y pasión sorda, tiene siempre hambre de floridos períodos y redondas imágenes literarias". Y concluye: "No pudo contenerse; cuchicheó con los ministros y echó el busto y el brazo fuera del balcón: -¡Ciudadanos…!"



El alcalde de Moguer
En enero de 1956, en dura época franquista, el alcalde de Moguer es un liberal de los que sobreviven escondiendo su credo, aunque ejerciendo su mentalidad y buscando los resquicios de la cordura y la solidaridad en los entresijos de su trabajo cotidiano. El liberalismo antes que corpus político es, era, una manera de estar en el mundo. Abogado de profesión y alcalde de la ciudad por largos años, aún hoy se recuerda la humanidad y buen hacer de Juan de Gorostidi Alonso ("don Juan") en el pueblo donde nació Juan Ramón Jiménez.

En 1956 han pasado muchas cosas en España y muchos españoles están en el exilio. Algunos de los que aquí se mantienen trabajan sin descanso por conservar o salvar lo que se pueda, en una batalla difícil contra la oficialidad. "Don Juan", entre ellos. Ha intervenido en la gestión, culminada, de compra por parte del Ayuntamiento de la casa de la calle Nueva, que será la sede de la Fundación Zenobia-Juan Ramón. Y a Río Piedras, al Departamento de Estudios Hispánicos de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico, llega la información detallada del alcalde sobre los pasos que se han dado. Juan Ramón, que está enfermo y cansado ("está siempre bastante postrado y no se siente con fuerzas para escribir"), agradece todo lo que se ha hecho y quiere nombrar al alcalde "para que tú lo representes a él y les hagas comprender lo que se ha emocionado con el voto unánime de ellos y por qué motivo no toma él la pluma y se lo dice todo directamente. Desea también encomendarte que hagas presente su agradecimiento al Gobernador Civil, Sr. Summers", explica Zenobia en la carta que dirige a Gorostidi el 23 de enero de 1956.

Esta carta ha llegado a mi poder por razones que no hacen al caso. Conocí al señor Gorostidi y supe de su quehacer incansable a favor de las gentes de su pueblo, muy especialmente a favor de Juan Ramón Jiménez, la conservación de su legado y su traslado a España cuando fue posible, una vez muerto. En 1956 Zenobia y Juan Ramón deseaban vivamente poder volver a España y vivir en Sevilla.

Pero esta carta guarda una joya sentimental que es la que da razón de ser a este artículo.

"Suspiros de España"
Todos nos sentimos implicados en los temas de la inmigración-emigración con variopintas razones: porque tenemos una solución para los flujos de los últimos tiempos en las tertulias con amigos; porque nos sentimos identificados con la madre que pone una taza de humeante "Marcilla" ante la pantalla del ordenador para que la huela su hijo, "joven, aunque sobradamente…etc."; porque nos emocionan las canciones que escuchan cada tarde de los jueves los pocos republicanos exiliados que quedan en el club de Jubilados de Londres, a donde hemos acudido en busca de lo mismo; o por el beso de hermandad que me da una mujer argentina, con la que comparto taxi una tarde en Salta y a la que me unen indestructibles lazos porque ella tiene un pariente en Barcelona.



El fondo insobornable de la personalidad
Y menos mal que tenemos ese fondo que nos libera, que nos iguala, que nos sintetiza. Quién iba a decir, de no ser por él, que Juan Ramón Jiménez llegó a comprarse un aparato de TV, en los últimos días de su vida, allá en Río Piedras, deseoso de una conexión con su tierra, con sus raíces, con su juventud. Por aquellos días, enero de 1956, el traductor de Platero envió a los dos biógrafos norteamericanos de J. R. J. los estatutos del premio Nobel. "Juan Ramón se reía de mí porque "eso es una lotería", y yo me veía y me deseaba para contestar todas las listas de datos que me pedían esos señores, para entregarlos en Estocolmo antes del 1 de febrero", cuenta Zenobia en la carta a Juan Gorostidi. Son los últimos tiempos del poeta y su esposa. Ella, ya enferma, muere tan solo ocho meses más tarde. Él, que obtendrá el Nobel ese mismo año, la sobrevive a duras penas dos años más.

Y en esa carta Zenobia cuenta a Gorostidi algo cotidiano, sencillo, humano, del poeta que superó la Dictadura. No me resisto a transcribirlo completo:

"Yo había hecho traer un aparato de televisión portátil a prueba porque, aunque los dos detestamos en general los programas que consideramos "el opio de la juventud" (para recordar una frase mejor olvidada), de vez en cuando y muy de tarde en tarde, siente uno haber perdido algo, sobre todo si se trata de una persona que no va más que de la biblioteca a su casa y viceversa (perdón por el orden cronológico cambiado). Pues llevábamos tres semanas con el dichoso aparatito a punto de salir para su lugar de origen, porque J. R. no consentía en ver más que "El pronóstico del tiempo" por el profesor de meteorología de la UPR. Anoche se presenta el hijo pequeño de nuestro casero, el Dr. Batlle, y nos dice que su papá lo ha mandado a decirnos que están poniendo el programa sevillano. J. R. no protesta, pero se queda arrellanado en su sillón, pero cuando la primera estrella (no recuerdo cómo se llama) empieza a cantar una sevillana, oigo yo un sollozo reprimido y, más rápido que si tuviera 16 años, J. R. se viene a la banqueta inmediata a mi butaca para ver bien de frente la pantalla. Y cuando se acaba la función con el baile, J. R. me pregunta cuántos días van a estar los sevillanos en el Matienzo y estoy segura de conseguir que los vea en persona esta noche o mañana, porque se van el miércoles. Excusado es decirte que el televisor se compra".



Tomares, octubre de 2015